Conquistando nuevos spots

Durante el mes de agosto, los flowriders hemos salido de nuestro habitual ámbito de actuación para conquistar nuevos spots repartidos por toda la geografía española. En un verano en el que los pirómanos y los imprudentes han decidido destruir una buena parte de los montes españoles, nosotros hemos salido a disfrutarlos, respetarlos y a descubrir nuevos rincones para mostrarlos a todos aquellos que quieran rodar junto a nosotros. Hemos estado en el Pirineo aragonés (Ribagorza y Sobrarbe), en el Valle de Arán, en Cantabria, en Asturias, en Galicia… la bandera Flow Riders ha ondeado por todo el norte de nuestra península.

La Ribagorza es la zona más al este del Pirineo aragonés y la recorren importantes ríos como el Ésera, Isábena, Noguera… que han originado valles de gran belleza. Las grandes cimas del norte (Aneto y Posets), las sierras interiores y exteriores (Turbón, Mongay y Cotiella) y los ríos, afluentes, barrancos y congostos caracterizan el paisaje de la zona. Dos son los puntos desde los cuales iniciamos nuestras pedaladas: Graus y Benasque. Desde Graus configuramos un par de rutas, sin demasiada complicación ni técnica ni física, pero con unas vistas increíbles y algunos rincones cargados de encanto.

En la primera de ellas rodamos hasta Grustán, un bello pueblo abandonado en un cerro a 868m de altitud, desde el que se divisan los Pirineos y los valles del Ésera y del Isábena. Los restos de las grandes casas, edificios auxiliares y de la iglesia románica son dignos de dedicarles unos cuantos minutos y algunas fotografías. Excepto algún tramo de sendero pedregoso para entrar y salir del pueblo, se rueda por pistas forestales, algunas de ellas plagadas de pequeñas piedras que van saltando a nuestro paso.

En la segunda de las rutas desde Graus, nuestro objetivo era encontrar la ermita de San Miguel de los Templarios. El templo, de mediados del siglo XII, se haya oculto en un denso pinar, la techumbre está hundida por completo, pero las gruesas paredes del perímetro se mantienen en pie hasta el arranque de la bóveda. El ábside no se conserva íntegro. La puerta está semi-enterrada, pero conserva su arco de medio punto y sus jambas a ambos lados. Aunque existen muchas indicaciones de cómo llegar hasta la ermita, no es sencillo encontrar el sendero si no lo conoces, pero una vez que lo haces no tienes más que seguirlo para salvar el barranco y disfrutar de este lugar tan idílico y relajante. El sendero es divertido y técnico, con algunas zonas donde no queda más remedio que empujar la bici y otras donde el arrojo es imprescindible si no quieres bajar de ella.

La comarca de Sobrarbe presenta una zona norte montañosa surcada por los valles de los rios Ara, Cinca y Cinqueta. La zona central está ocupada por diversas depresiones como Broto, Fiscal, Arcusa, La Fueva. Al sur aparecen las sierras prepirenaicas de Guara y Olsón. Nos encontramos ante un espacio definido por su elevada altitud y por su topografía accidentada: el 62 % del territorio se encuentra a más de 1.000m de altitud,  el 31% se sitúa entre 601 y 1000m y sólo un 6% del territorio está situado entre 401 y 600m. de altitud.

Realizamos una ruta desde Aínsa, población conocida por su famoso centro BTT Zona Zero. Nos decidimos por una de las míticas rutas endureras de la zona, País de Lobos, con un recorrido muy trialero que atraviesa el barranco de Sieste, el espectacular bosque del Sabinar y Solans de Caballera hasta ascender al punto más alto: San Velián y Morcat. Desde allí descendemos hacia Luparuelo y al cauce de un afluente del río Ena. Desde el barranco volvemos a Solans de Caballera con alguna zona de porteo. Después descendemos hasta Guaso y regreso a Aínsa. Senderos entre robles y pinos, con  piedras, escalones, curvas reviradas, grandes losas… enduro en estado puro!

Abandonamos el Pirineo aragonés para dirigirnos al Valle de Arán, comarca leridana situada en los Pirineos centrales y tiene la particularidad de ser un valle de vertiente atlántica, por lo que su río principal, el Garona, se abre paso por tierras aquitanas para ir a desembocar a Burdeos (Francia). El esquí y los deportes de nieve tienen un extraordinario prestigio en la zona, por su situación geográfica que condiciona un clima mas frío, las instalaciones como Hoteles, Turismo Rural, Gastronomía junto con la estación de Esquí de Baqueira Beret son principalmente la fuente de ingresos del Valle de Aran. Actualmente, se está consolidando como un destino turístico durante todo el año por su atractivo y belleza natural, actividades al aire libre y los deportes de aventura.

Dos rutas más por la zona, la primera de ellas desde Arties (población muy próxima a Baqueira Beret), realizando un recorrido muy divertido entre bosques con grandes desniveles, hasta la antigua estación de La Tuca, a 1.800m de altitud y en el término de Betrén, muy cerca de Viehla. Una ruta donde se disfruta de paisajes increíbles y vistas espectaculares y difíciles de olvidar. El segundo recorrido por el Valle de Arán, es una ruta catalogada como negra, saliendo desde Viehla y realizando una ascensión muy dura, con rampas del 25% que castigan las piernas y el ánimo y con una bajada impresionante a través de un bosque de robles hacia el túnel de Viehla, dejándonos disfrutar de unas magníficas vistas de todo el valle.

Dejamos el Pirineo para dirigirnos hacia el oeste, en concreto a Cantabria, realizando una clásica ruta que comparte tramos del Soplao con caminos muy «flow» por el bosque de Ucieda. Una ruta de unos 80km en la que podimos admirar el bonito pueblo de Bárcena Mayor y darnos un merecido homenaje en el restaurante de Corre Poco, un clásico para los flowriders cuando vamos a enfrentarnos al Soplao.

El siguiente destino de nuestro periplo veraniego se sitúa en la costa gallega, en concreto en Baiona. Esta población posee un entorno inigualable, destino de mar con las mejores playas de arena blanca y fina de la ría de Vigo y montañas verdes,  que nos han permitido seguir montando en las vacaciones en un entorno fresquito y húmedo, que nos hacía recordar sensaciones invernales después de este seco verano que llevamos en Madrid.

Las «rutas gallegas» rutas han discurrido por el monte de A Groba, situado a espaldas de Baiona dirección a Laguardia. En él existen numerosos senderos, pistas y demás caminos que recorren todos estos montes, en los que, además, se pueden visitar lugares especiales como es de los ”petroglifos“ (grabados rupestres de la edad de bronce practicados en las rocas), la Poza y el Curro de Mougás y, como no, las buenas bajadas, algunas de ellas bien trabajadas por los riders locales, como la que discurre escondida en el bosque desde Chanda Lagoa a Baredo con peraltes, piedras, pasarelas de madera,  saltos grandes y pequeños..y , zonas con mucho flow  y que también sirve de escenario para una prueba formato avalancha que se celebra aquí cada año llamada” Grobaixada”.

Nuestras últimas aventuras estivales nos llevan hasta Asturias, donde algunos flowriders participaron en el II Maratón de la Comarca de la Sidra. La prueba tuvo lugar en Villaviciosa, población asturiana cuna de la sidra. Esta prueba ha sido mountain bike en toda regla, como las de antaño, aquellas en las que hacer “patea bike” y cargar la bici al hombro era lo normal, donde las trialeras técnicas y llegar a lugares prácticamente inaccesibles era el “picante” de la ruta. Pruebas de antes, que los bikers de 30 para arriba empezamos a echar en falta en estos tiempos de tanto Open de circuito rodador y rápido, o pruebas extremadamente largas y sí, muy duras, pero hechas para carreteros, sin dificultad técnica.

Al final de los 250 participantes inscritos, consiguieron finalizar 202, donde nosotros entramos entre los 40 y pico primeros y con una sonrisa en la boca de lo que disfrutamos en tramos como la “bajada del Tuerto”, de la que ya nos habían hablado, y a la que las fotos que vimos no hacen justicia en comparación con la realidad, simplemente espectacular. Y para rematar, una ruta por los Picos de Europa antes de volver a casa.

Y después de tanta aventura y tanta conquista, volvemos a nuestros lugares de origen, donde el reencuentro da lugar a compartir todas nuestras vivencias y a volver a rodar todos juntos con las baterías bien cargadas para el «inicio del nuevo curso».

Segundo Pilón

Después de la ruta de las Cascadas del Purgatorio, donde hubo más porcentaje de pista que de sendero y en la que nos quedamos con ganas de alguna trialera más con la que disfrutar, decidimos visitar al día siguiente una de las bajadas más emblemáticas de Cercedilla: el 2º Pilón.

Para esta jornada de MTB, no disponemos de mucho tiempo, por lo que decidimos establecer el origen y destino de la ruta en el área recreativa de las Dehesas, que nos proporciona un ahorro de tiempo importante respecto a una salida desde el pueblo de Cercedilla y la subida por Vereda Alta, que últimamente estamos convirtiendo en habitual para las rutas que realizamos por la zona.

Nos separan del Puerto de la Fuenfría casi 10km y 430m de desnivel, una subida tendida y cómoda que realizamos por pista. Esta subida es un buen lugar para «hacer piernas» y estupendo para una primera toma de contacto con el mountain bike. De hecho son numerosos los grupos de bikers con los que nos vamos cruzando en el ascenso, y más un domingo de agosto en el que el calor no es excesivo, especialmente por los 1.400m de altitud a los que comenzamos a pedalear.

Nos tomamos la subida con tranquilidad, disfrutando de las magníficas vistas y de la conversación, que nos va acompañando todo el camino. Pasamos junto a la pradera donde se asienta el Albergue de Peñalara, poco antes de cruzar la Calzada Romana. Rodamos entre pinos, que nos protegen del sol, lo cual se agradece en esta época del año. Llegando al arroyo de la Navazuela la carretera de la República gira bruscamente hacia el sureste para llegar a los Miradores.

El Mirador de los Poetas representa un homenaje a dos ilustres escritores del siglo XX relacionados con la Sierra de Guadarrama: Vicente Aleixandre, vecino de Miraflores de la Sierra, y Luis Rosales, afincado en Cercedilla desde 1961. Ambos monumentos son tan sencillos como la grabación en un canchal de unos versos de ambos. Es un lugar donde siempre encontraremos gente, senderistas o ciclistas, que utilizan este punto para tomar un descanso y disfrutar de las vistas.

A partir de los miradores, la pendiente casi desaparece y el ritmo de pedaleo se aviva. El camino cambia de sentido hacia el norte y discurre a los pies del Pico de Majalasna, regalándonos unas magníficas vistas que se pueden disfrutar desde el Mirador de la Reina. Poco más allá se corona el Puerto de la Fuenfría, donde las posibilidades de elegir un lugar por el que continuar una ruta se multiplican: hacia el norte, Fuente de la Reina; hacia el este: Camino Schmid o Carril del Gallo; al sur: Calzada Romana; y al oeste: Calle Alta.

Como nuestro objetivo es bajar el 2º Pilón, tomamos la última de las opciones: al oeste por Calle Alta. Este camino es una pista de similares características a la Carretera de la República, prácticamente plana y a los pies de Cerro Minguete, Peña Bercial, Collado de Marichiva y Peña Águila. Poco después de la Fuente del Astillero, comienza la mágnifica trialera culpable de esta ruta: la Vereda de los Poyalejos, conocida por los bikers como 2º Pilón.

La primera parte de la vereda tiene un desnivel importante, y un cúmulo de piedras y raíces que convierte la senda en complicada y divertida hasta llegar al famoso «paso del árbol» o «paso de la piedra», que debe sus nombres a las dos trazadas posibles, en las que hay que poner fe, velocidad y el peso bien atrasado si no quieres ver como tus huesos dan contra el suelo. A partir de este punto, la vereda se simplifica, aunque sigue teniendo flow, irregularidades y pendiente.

Como todo lo bueno, la bajada se hace breve, y nos deposita en el Camino de los Campamentos, para que lo remontemos hasta llegar de nuevo a las Dehesas, donde con una amplia sonrisa en nuestros rostros disfrutamos de una merecida opcional antes de regresar a casa.

Cascadas del Purgatorio

Iniciado ya el mes de agosto, las pocas unidades flowriders que aún no hemos abandonado Madrid para disfrutar de nuestras merecidas vacaciones, y algunos otros que ya regresan de ellas, decidimos rodar a lo largo de una ruta que destaca más por sus vistas y paisajes que por el carácter endurero que habitualmente buscamos.

Partimos del Real Monasterio de Santa María del Paular, actual abadía benectina y antiguamente monasterio cartujo, con una temperatura de 20º, algo poco habitual en esta zona durante la época estival. Rodamos por pista en busca del sendero que nos llevará hasta las Cascadas del Purgatorio. Lo encontramos después de pedalear durante algo más de 3km po la pista paralela al río Lozoya. El buen tiempo ha atraído a numerosos grupos de senderistas que disfrutan, como lo hacemos nosotros, de la temperatura y la belleza de la zona.

La senda que nos lleva hasta las cascadas es estrecha y está plagada de piedras y raíces,que  en algunas zonas nos obligan a empujar la bici. Subimos hasta encontrarnos con el arroyo del Aguilón, al que acompañamos hasta llegar a las Cascadas del Purgatorio, un paraje idílico que es un auténtico placer para los sentidos: el rumor del agua, el olor a naturaleza, el exultante verde de la vegetación… Paramos un rato para disfrutar del lugar y hacer algunas fotos.

Nos cuesta reemprender la marcha, la paz que proporciona el lugar pugna con las ganas de seguir montando, pero estas últimas son más fuertes y vencen en la lucha, así que tomamos de nuevo la senda, ahora de bajada y con más posibilidades de ser ciclada casi en su totalidad. Desembocamos de nuevo en la pista que nos trajo desde el monasterio, para continuar en una ascenso sin descanso que nos llevará hasta la Morcuera.

La pista es larga, ancha, de buen firme y expuesta al sol, pero la altitud y la moderada temperatura nos permiten «consumirla» en poco tiempo, a buen ritmo y cómodamente. Dos horas y media desde que salimos, y 20km después, hemos alcanzado el albergue de la Morcuera, a 1.740m de altitud. Ahora toca descender unos metros por asfalto hasta el Raso de los Toros para tomar la pista que nos llevará hasta la cuerda que queremos rodar y que va uniendo diferentes cerros hasta el Hontanar.

La cuerda es una senda al este de la Majada del Cojo, que aparece y desaparece y que une El Boquerón, Peñas Viborizas, Peña Mingomolinera, Navalasierra, El Espartal y el Cerro del Águila. Un sube y baja divertido que pone algo de pimienta a una ruta tan pistera como ésta. Disfrutamos estos 8km de sendero, tanto en sus tramos de bajada como en los de subida y llaneo, teniendo que adivinar, en algunos casos, por donde discurre.

Tras descender el último tramo de la cuerda desde el Cerro del Águila, giramos hacia el noroeste para dirigirnos hacia el Hontanar y la pista que nos depositará junto al embalse de Pinilla. La pista es rápida, con algo de piedra suelta y en un continuo descenso que nos permite alcanzar una velocidad un tanto peligrosa. Lamentamos que la pérdida de desnivel no sea sobre piedras, surcos y raíces, pero no todas las rutas pueden/deben ser iguales, y en ésta todas las irregularidades del terreno que nos ofrecía ya habían sido degustadas.

En pocos minutos llegamos a Pinilla del Valle, población desde la que llanearemos en dirección Alameda del Valle primero, Oteruelo del Valle después, Los Grifos a continuación y Rascafría para finalizar, donde tomamos una merecida cerveza antes de consumir los últimos metros hasta los coches, en el Real Monasterio de Santa María del Paular.

Ortiz, Bambi, Calvario y Whistler

Ortiz, Bambi, Calvario, Whistler… son cuatro de los muchos nombres emblemáticos conocidos por los bikers que han rodado por Cercedilla y Navacerrada, en la Sierra del Guadarrama. Éste es uno de esos lugares donde resulta muy difícil no cruzarte con algún ciclista cualquier día del año. La razón es obvia, es un spot que se adapta a la práctica de cualquier modalidad de MTB, y a diferentes niveles de técnica y condición física. Pero quizás también éste sea su handicap: demasiada gente, sobre todo los fines de semana.

Por esta razón decidimos plantear una salida por la zona un jueves, donde la posibilidad de «tropezarte» con alguien en los senderos se minimiza. Rodaremos por senderos míticos de la zona oriental de Cercedilla y norte de Navacerrada, buscando piedras y raíces, tanto en las bajadas como en las subidas. Salimos del polideportivo del pueblo, para atacar la primera y menos divertida subida del día: la Barranca.

Los primeros kilómetros hasta la Fonda Real son por pista, bastante expuesta al sol, con buenas rampas que te hacen entrar en calor rápidamente, sin contemplaciones, así que los abordamos con ritmo tranquilo y de charleta. La pista continúa desde la fonda después de cruzar una portilla, ahora ya algo más protegidos del sol por los árboles y acompañados por la gran cantidad de ganado.  Desembocamos junto al antiguo hospital de tuberculosos, ahora en ruinas y del que se ha restaurado uno de sus edificios para alojar una Escuela de Hostelería.

Unos cientos de metros más del asfalto por el que empezamos a rodar junto al hospital y llegamos a las puertas del Hotel La Barranca, en el que se alojó la selección francesa de fútbol en los mundiales del 82, razón del asfaltado de este tramo. Poco después el asfalto desaparece, convirtiéndose en una pista forestal, junto al área recreativa donde se encuentra «De Pino a Pino», un parque de aventuras con tirolinas, puentes movedizos, lianas…

Poco después encontramos el cartel que nos indica el principio de la Senda Ortiz, una sendero estrecho que ascendemos, con escalones, piedras y raíces encajado en un tupido bosque y en el que hay que tener precaución con los senderistas. Ésta es una de las subidas más bonitas de la sierra de Madrid. No es sencilla, pero tampoco excesivamente técnica ni física. Tras casi 2 kilómetro y medio de sendero se llega a la alta explanada (1.640m) donde en su día se ubicó el Real Hospital de Guadarrama, donde, antes de ser dinamitado, se rodó la película «La Noche de Walpurgis» en 1970.

Tras un merecido descanso, hacer alguna foto y disfrutar de las magníficas vistas, dirigimos nuestras «monturas» hacia la primera bajada de la mañana: un sendero trialero, estrecho y revirado, conocido como Bambi. La bajada es bastante pronunciada y está algo sucia, pero se disfruta si sabes gestionar adecuadamente los surcos y raíces que la adornan. Como casi todo aquello que se disfruta, el descenso nos sabe a poco, y en un momento nos encontramos ya junto al Ventorrillo, en la M-601.

Ahora toca enfrentarse a la segunda subida del día, el Calvario, casi 3 kilómetros y medio de subida continua, que es su primera parte es una pista ancha y de buen firme, complicándose y pronunciando su desnivel en su tramo final. No es una subida complicada si tienes buenas piernas y sabes jugar con los pesos en un par de rampones algo más técnicos. Y como todo esfuerzo tiene su recompensa, tras conquistar el final del Calvario, toca disfrutar de una de las mejores bajadas de la zona: el Whistler.

Nos cruzamos con un par de «descenders» al inicio del Whistler, que estaban haciendo remontes aprovechando el tren que une Cercedilla con el puerto de Navacerrada. Uno de ellos abandonaba por problemas en su horquilla. También compartimos bajada con unos bikers con bicis de freeride, a los que dimos distancia para tener un descenso limpio. Y como es habitual, el Whistler no defrauda: multitud de piedras, cientos de raíces, curvas… todo lo que un endurero busca en una senda. Y todo ello en un marco incomparable: un tupido bosque cuajado de vegetación por el que discurre el río Navalmedio.

Tras el último vadeo del río, concluida ya la bajada y con un buen subidón de adrenalina, afrontamos los últimos kilómetros que nos separan del coche por los senderos de Navalmedio, pensando ya en las cervezas que nos esperan. Completamos la jornada en el Romantic, en Guadarrama, donde damos buena cuenta de un par de cervezas y uno de esos «bocatas king size » de los que allí hacen gala. Una perfecta jornada más de puro MTB.

Cercedilla – Segovia – Cercedilla

«La Cercegovia» es un término bien conocido por los bikers madrileños. Esta ruta, que consiste en llegar hasta el acueducto de Segovia desde Cercedilla, se ha convertido en una de esas rutas populares que casi todo «mountainbiker» de la zona ha realizado alguna vez en su vida. La llegada a Segovia se acompaña de la típica foto frente al acueducto, de una buena comida y del regreso en tren hasta Cercedilla.

Los flowriders hemos querido dar una vuelta de tuerca a esta ruta, ¿por que volver en tren si disponemos de nuestra bici, elmejor de los medios de transporte? Así que, desde hace ya algún tiempo, aumentamos la distancia y el desnivel de la ruta regresando a Cercedilla sobre nuestras monturas. Además hemos ido incorporando al recorrido los mejores caminos, sendas y trialeras, tanto de subida como de bajada, para darle un aire mucho más endurero a la ruta.

Y con un plan tan apetecible como éste, comenzamos a dar pedales la mañana del domingo desde el centro de Cercedilla, que ya desde primera hora contaba en sus calles con numerosos ciclistas dispuestos a disfrutar de la multitud de recorridos que esta zona ofrece. Nuestro primer objetivo es alcanzar el Puerto de la Fuenfría, a casi 1.800m de altitud. Este puerto es un paso de montaña creado por los romanos para unir las dos vertientes de esta sierra, la madrileña y la segoviana.

Por lo general, para llegar a la Fuenfría, tanto los senderistas como los bikers usan la Carretera de la República o Puricelli, una pista forestal que asciende por todo el valle hasta el puerto. En nuestro caso, y para hacer algo más complicada y a la vez más técnica y divertida la subida, realizamos el ascenso por Vereda Alta, uno de los senderos trialeros por los que habitualmente se baja desde las proximidades del Mirador de los Poetas. Esta senda de 3km de longitud y en la que se ganan 300m de desnivel, suma a la dificultad de su elevado desnivel, las numerosas raíces, surcos y piedras que la tapizan, exigiéndonos una buena dosis de técnica y fuerza para salvarla.

Desoyendo el consejo que nos dio un senderista que nos cruzamos, «no subáis por ahí, que está todo muy descolocado y no se puede hacer ni andando…», disfrutamos la subida, con algún pie que otro, hasta llegar a las proximidades del Mirador de los Poetas, donde aprovechamos para recuperar fuerzas y felicitarnos por lo acertado de la elección de esta primera senda. En apenas 3 minutos continuamos nuestro camino por la Carretera de la República, ya plagada de senderistas y bikers. A buen ritmo y en pocos minutos alcanzamos el Puerto de la Fuenfría.

Desde el puerto y concluida la primera de las subidas, toca disfrutar del primer descenso, por uno de los senderos con más flow de la sierra: el Carril del Gallo. Esta senda no es complicada ni técnica, apenas un par de pasos que pueden presentar alguna dificultad para los menos acostumbrados a las piedras, pero para aquellos que ya tienen cierta experiencia se puede disfrutar a buena velocidad, aprovechando algunos saltos y haciendo trabajar a las suspensiones en las zonas más accidentadas. Más de 6km de placer intenso hasta llegar al río Eresma.

A mitad de camino, en el primer vadeo del arroyo del Telégrafo, nos encontramos con los amigos de 7Picos, que también disfrutaban de la zona y con los que recorrimos la última parte del Carril del Gallo y la primera del Camino de Pesquerías. Este camino es una calzada empedrada paralela al río Eresma por su margen izquierdo, totalmente plana y que llega hasta la zona recreativa de Boca del Asno, muy cerca de Valsaín. Esta calzada fue ordenada construir por Carlos III para la práctica de la pesca, algo poco común en aquellos años, y que hoy nos permite rodar junto al río en un paraje de lo más bucólico.

Una vez en el área recreativa, también repleta de público, continuamos paralelos al Eresma, hasta llegar a la Pradera de Navalhorno y desde allí a Valsaín, donde nos homenajeamos con una fría cerveza para recuperar el potasio perdido. Desde Valsaín se toma la senda que sigue acompañando al río hasta el embalse del Pontón Alto, atravesado por la CL-601 que conduce a Segovia y muy cerca de La Granja. En este punto sólo quedan 10km hasta llegar a Segovia, todos ellos por el carril bici que acompaña a la carretera.

Para aquellos alérgicos al carril bici, es un buen punto para comenzar el regreso a Cercedilla, rodando de nuevo hacia Valsaín, donde tomamos la pista forestal de la Cruz de la Gallega, en su primera parte asfaltada y con unos buenos rampones que castigan las piernas, ya algo cansadas a estas alturas de ruta. Llegando a la pradera de San Leonardo, el asfalto se convierte en tierra y continuamos por la pista de la Fuente de la Reina, algo más tendida y menos expuesta al sol. La pista sigue subiendo hasta la fuente que le da nombre, a 1.660m de altitud, donde aprovechamos para hacer un breve descanso.

Desde aquí hasta el puerto de la Fuenfría a quienes le tocan sufrir es a nuestras posaderas, porque aunque la pendiente es muy suave, la pista está plagada de pequeñas piedras, que hace que el «traqueteo» vaya castigando nuestro trasero por muy doble suspensión que llevemos. De aquí el nombre popular con el que se conoce este tramo: «el rompeculos». Entre charla y charla vamos consumiendo kilómetros, ya con ganas de terminar la segunda subida del día (esta bastante más pistera que la primera) y dar rienda suelta a nuestros instintos más endureros con la última y deseada bajada de la jornada.

Las posibilidades de descenso desde Fuenfría a Cercedilla son múltiples y variadas: Segundo Pilón, Ducha de los Alemanes, Tubería, Vereda Alta, Vereda de Enmedio… y algunas más. En nuestro caso, y en esta ocasión, llaneamos desde la Fuenfría hasta Marichiva para bajar por Camino Viejo. Una bajada rápida por un sendero trialero que en su primera parte está cubierto por mucha piedra suelta, de las que saltan a tu paso y golpean el cuadro, los pedales o las piernas. A medida que vamos consumiendo metros, la senda se va limpiando y vamos disfrutando más del flow que ofrece el descenso.

Pasamos cerca de la Escuela de Ingenieros y del Sanatorio de la Fuenfría, sin abandonar el sendero pero paralelos a la pista, hasta que en el Campamento de los Helechos nos vemos obligados a rodar por ella, donde auxiliamos a un par de bikers con un pinchazo, sin cámara de repuesto y algo perdidos. El hambre y la sed no han aparecido hasta este momento, en el que la cercanía de nuestro destino las despierta. Los últimos cientos de metros hasta Cercedilla y por sus calles los hacemos a buen ritmo y al olor de las viandas que tan merecidas disfrutaremos.

En una terrazita del pueblo, y bien protegidos del sol, concluimos nuestra larga jornada de pedaleo, brindando con una jarra de cerveza buen fría que a estas alturas del día nos sabe a algo más que gloria.