Hay días en los que las previsiones te aconsejan quedarte en la cama, protegido del rigor del clima y de la aspereza que éste genera en la naturaleza. Pero si uno de esos días desafías al sentido común, puedes encontrarte un regalo de los que no se olvidan.
Viernes tarde lluvioso, noche de nevadas y previsión para el sábado de viento y nubes en la sierra de Madrid. A pesar de todo, salto de la cama dispuesto a aprovechar la mañana dando pedales y a las 9.30h estoy tomando un café en Cercedilla antes de dirigirme a las veredas que surcan el Valle de la Fuenfría.
Después de haber perdido la costumbre del frío por las últimas salidas «cuasi-primaverales», sorprende el grado bajo cero y la sensación térmica, pero la ruta comienza con una buena subida, y no hay nada que abrigue más que eso.
Me dirijo al camino del agua, para enlazar desde él con Vereda Alta y llegar por ella a la carretera de la República. No nos gustan mucho las pistas, y subir por sendas rotas y empinadas añade un plus a nuestras rutas. Hoy no va a ser fácil, ya piso algo de nieve por las calles del pueblo y cuando llego al camino del agua, ésta es más abundante y dura, asomando alguna que otra placa de hielo.
Piñón grande y calma son los dos ingredientes que te permiten convertir las subidas complicadas en divertidas, así que, mezclando ambos voy consumiendo metros deseando llegar a los rampones enraizados que me esperan.
Cuando llego a ellos, la calidad de la nieve ha mejorado, pero su cantidad aumentado. Afronto los pasos más complicados, algunos con más éxito y otros con menos, siendo necesario hacer algún pie. El escenario es espectacular, ni una huella mas que la marcada por mi paso y la de la algún pequeño animal que aparece y desaparece de cuando en cuando. Un regalo de la montaña el poder marcar las primeras líneas del día en un paraje como éste. Cuánto me alegro de no haberme quedado en casa!
Una hora después de la salida he llegado a la carretera de la República. También hay un buen espesor de nieve en la pista, pero se deja rodar… Aparecen los primeros rastros del paso de seres humanos: un par de huellas de fatbikes que parecen rodar juntas y unas cuantas pisadas con el mismo rumbo.
Continúo el ascenso hacia Fuenfría a la velocidad que el terreno lo permite, la paz y el silencio que se respiran no son los habituales de una mañana de sábado en este camino. Intercambio con un senderista con el que me cruzo las buenas sensaciones de las que ambos estamos disfrutando.
En la Fuenfría hay un par de grupos disfrutando la mañana: uno de senderistas y otro de runners, pero ni atisbo de un solo biker. He decidido bajar por el Camino Viejo de Segovia, pensando que, con las condiciones del día, encontraré más flow y menos posibilidades de irme al suelo que bajando por Vereda de Enmedio, Sevillanos, Vejiga o Segundo Pilón…
Camino Viejo, unos 4km de senda en la ladera occidental del valle, con un desnivel (en este caso de bajada) de 325m. Encajado en un bosque espeso y tapizado por un buen número de piedras, hoy tapadas por la nieve, va serpenteando paralelo al cordel de la Fuenfría cruzando regajos y arroyos.
Disfruto cada metro de la bajada como si nunca la hubiese rodado… normalmente la hacemos de subida y en ausencia del blanco elemento. En unos 18 minutos el camino me ha depositado en las Dehesas, donde decido dar por concluida la ruta y regresar a Cercedilla con una increíble sensación de bienestar que aún mantengo mientras escribo esta entrada.
19km y 665m de desnivel acumulado, bastante menos de lo que viene siendo habitual en nuestras rutas, pero hoy los kilómetros de distancia tenían 1.500 metros, los metros de desnivel 150 centímetros y el disfrute se elevó a la enésima potencia!