«La Cercegovia» es un término bien conocido por los bikers madrileños. Esta ruta, que consiste en llegar hasta el acueducto de Segovia desde Cercedilla, se ha convertido en una de esas rutas populares que casi todo «mountainbiker» de la zona ha realizado alguna vez en su vida. La llegada a Segovia se acompaña de la típica foto frente al acueducto, de una buena comida y del regreso en tren hasta Cercedilla.
Los flowriders hemos querido dar una vuelta de tuerca a esta ruta, ¿por que volver en tren si disponemos de nuestra bici, elmejor de los medios de transporte? Así que, desde hace ya algún tiempo, aumentamos la distancia y el desnivel de la ruta regresando a Cercedilla sobre nuestras monturas. Además hemos ido incorporando al recorrido los mejores caminos, sendas y trialeras, tanto de subida como de bajada, para darle un aire mucho más endurero a la ruta.
Y con un plan tan apetecible como éste, comenzamos a dar pedales la mañana del domingo desde el centro de Cercedilla, que ya desde primera hora contaba en sus calles con numerosos ciclistas dispuestos a disfrutar de la multitud de recorridos que esta zona ofrece. Nuestro primer objetivo es alcanzar el Puerto de la Fuenfría, a casi 1.800m de altitud. Este puerto es un paso de montaña creado por los romanos para unir las dos vertientes de esta sierra, la madrileña y la segoviana.
Por lo general, para llegar a la Fuenfría, tanto los senderistas como los bikers usan la Carretera de la República o Puricelli, una pista forestal que asciende por todo el valle hasta el puerto. En nuestro caso, y para hacer algo más complicada y a la vez más técnica y divertida la subida, realizamos el ascenso por Vereda Alta, uno de los senderos trialeros por los que habitualmente se baja desde las proximidades del Mirador de los Poetas. Esta senda de 3km de longitud y en la que se ganan 300m de desnivel, suma a la dificultad de su elevado desnivel, las numerosas raíces, surcos y piedras que la tapizan, exigiéndonos una buena dosis de técnica y fuerza para salvarla.
Desoyendo el consejo que nos dio un senderista que nos cruzamos, «no subáis por ahí, que está todo muy descolocado y no se puede hacer ni andando…», disfrutamos la subida, con algún pie que otro, hasta llegar a las proximidades del Mirador de los Poetas, donde aprovechamos para recuperar fuerzas y felicitarnos por lo acertado de la elección de esta primera senda. En apenas 3 minutos continuamos nuestro camino por la Carretera de la República, ya plagada de senderistas y bikers. A buen ritmo y en pocos minutos alcanzamos el Puerto de la Fuenfría.
Desde el puerto y concluida la primera de las subidas, toca disfrutar del primer descenso, por uno de los senderos con más flow de la sierra: el Carril del Gallo. Esta senda no es complicada ni técnica, apenas un par de pasos que pueden presentar alguna dificultad para los menos acostumbrados a las piedras, pero para aquellos que ya tienen cierta experiencia se puede disfrutar a buena velocidad, aprovechando algunos saltos y haciendo trabajar a las suspensiones en las zonas más accidentadas. Más de 6km de placer intenso hasta llegar al río Eresma.
A mitad de camino, en el primer vadeo del arroyo del Telégrafo, nos encontramos con los amigos de 7Picos, que también disfrutaban de la zona y con los que recorrimos la última parte del Carril del Gallo y la primera del Camino de Pesquerías. Este camino es una calzada empedrada paralela al río Eresma por su margen izquierdo, totalmente plana y que llega hasta la zona recreativa de Boca del Asno, muy cerca de Valsaín. Esta calzada fue ordenada construir por Carlos III para la práctica de la pesca, algo poco común en aquellos años, y que hoy nos permite rodar junto al río en un paraje de lo más bucólico.
Una vez en el área recreativa, también repleta de público, continuamos paralelos al Eresma, hasta llegar a la Pradera de Navalhorno y desde allí a Valsaín, donde nos homenajeamos con una fría cerveza para recuperar el potasio perdido. Desde Valsaín se toma la senda que sigue acompañando al río hasta el embalse del Pontón Alto, atravesado por la CL-601 que conduce a Segovia y muy cerca de La Granja. En este punto sólo quedan 10km hasta llegar a Segovia, todos ellos por el carril bici que acompaña a la carretera.
Para aquellos alérgicos al carril bici, es un buen punto para comenzar el regreso a Cercedilla, rodando de nuevo hacia Valsaín, donde tomamos la pista forestal de la Cruz de la Gallega, en su primera parte asfaltada y con unos buenos rampones que castigan las piernas, ya algo cansadas a estas alturas de ruta. Llegando a la pradera de San Leonardo, el asfalto se convierte en tierra y continuamos por la pista de la Fuente de la Reina, algo más tendida y menos expuesta al sol. La pista sigue subiendo hasta la fuente que le da nombre, a 1.660m de altitud, donde aprovechamos para hacer un breve descanso.
Desde aquí hasta el puerto de la Fuenfría a quienes le tocan sufrir es a nuestras posaderas, porque aunque la pendiente es muy suave, la pista está plagada de pequeñas piedras, que hace que el «traqueteo» vaya castigando nuestro trasero por muy doble suspensión que llevemos. De aquí el nombre popular con el que se conoce este tramo: «el rompeculos». Entre charla y charla vamos consumiendo kilómetros, ya con ganas de terminar la segunda subida del día (esta bastante más pistera que la primera) y dar rienda suelta a nuestros instintos más endureros con la última y deseada bajada de la jornada.
Las posibilidades de descenso desde Fuenfría a Cercedilla son múltiples y variadas: Segundo Pilón, Ducha de los Alemanes, Tubería, Vereda Alta, Vereda de Enmedio… y algunas más. En nuestro caso, y en esta ocasión, llaneamos desde la Fuenfría hasta Marichiva para bajar por Camino Viejo. Una bajada rápida por un sendero trialero que en su primera parte está cubierto por mucha piedra suelta, de las que saltan a tu paso y golpean el cuadro, los pedales o las piernas. A medida que vamos consumiendo metros, la senda se va limpiando y vamos disfrutando más del flow que ofrece el descenso.
Pasamos cerca de la Escuela de Ingenieros y del Sanatorio de la Fuenfría, sin abandonar el sendero pero paralelos a la pista, hasta que en el Campamento de los Helechos nos vemos obligados a rodar por ella, donde auxiliamos a un par de bikers con un pinchazo, sin cámara de repuesto y algo perdidos. El hambre y la sed no han aparecido hasta este momento, en el que la cercanía de nuestro destino las despierta. Los últimos cientos de metros hasta Cercedilla y por sus calles los hacemos a buen ritmo y al olor de las viandas que tan merecidas disfrutaremos.
En una terrazita del pueblo, y bien protegidos del sol, concluimos nuestra larga jornada de pedaleo, brindando con una jarra de cerveza buen fría que a estas alturas del día nos sabe a algo más que gloria.