Hace días que teníamos pendiente contar nuestra aventura por algunos pueblos de la llamada Sierra Pobre, zona que se extiende desde Madrid hasta Teruel, incluyendo Soria y Guadalajara. Pedaleamos por poblaciones que pertenecen a esta última provincia, pero muy próximas a Madrid: Alpedrete de la Sierra, Tortuero, Valdesotos… lugares poco conocidos por los ciclistas, pero con un encanto y unas posibilidades inagotables.
No es la primera vez que rodamos por la ribera oeste del río Jarama. Pequeñas poblaciones de apenas cien habitantes, dedicados a la ganadería, con casas de caliza, pizarra y adobe; senderos estrechos, semiocultos por la maleza, tapizados de pizarra y con múltiples regueros de agua; bosques repletos de alisos, álamos, fresnos y olmos; construcciones abondonadas y medio derrumbadas; escasa presencia humana; subidas y bajadas constantes… ¿existen mejores condiciones para la práctica del enduro?
Comenzamos la ruta en Alpedrete de la Sierra, con una temperatura baja pero perfectamente soportable, y nos dirigimos hacia el norte por un sendero estrecho. Recorremos unos pocos metros del GR10, para abandonarlo hacia el norte, por una senda paralela que apenas asoma entre la maleza. Las primeras piedras del día nos dan la bienvenida, en subida, para ir entrando en calor. Poco después volvemos a enlazar con el GR-10 para descender hasta el arroyo de los Guijos, primer vadeo del día.
Tras cruzar el arroyo toca de nuevo subir, por senderos estrechos y pedregosos de los que no te permiten mantener un ritmo constante. La última mitad del ascenso lo realizamos por el cauce del arroyo de la Vega, que nos deja de nuevo junto al GR-10. Bajamos unos metros paralelos a él hasta el arroyo de las Huertas, donde nos espera otro rampón, corto pero de fuerte desnivel. De nuevo, breve bajada hasta el arroyo de la Huelga del Sestil.
A nuestra derecha tenemos una pista que nos facilita el ascenso desde el arroyo hasta la primera trialera de la mañana. Una vez arriba nos «proteccionamos», para afrontar una senda muy disfrutona de algo más de un kilómetro que nos deposita muy cerca de Tortuero, en el puente sobre el arroyo del Olmo. Disfrutamos cada piedra de la bajada, tremendamente divertida, rápida y sin pasos excesivamente complicados.
Reagrupamos sobre el puente y, después, atravesamos Tortuero, entre las pocas casas que lo componen, y lo abandonamos cruzando el arroyo de la Concha para continuar por el GR-10. Una vez más, toca subir.Cumplido el trámite, toca disfrutar de la segunda trialera de la jornada.
La bajada la realizamos por un sendero estrecho, pedregoso y roto con un buen cortado a nuestra derecha, que nos obliga a extremar las precauciones. Aún así imprimimos buena velocidad a nuestras monturas y disfrutamos de la bajada de apenas un kilómetro de recorrido hasta Valdesotos, pueblo en el que muere el sendero.
Salimos de Valdesotos por la carretera Gu-195, y tras unos metros de asfalto entramos de nuevo en harina por un sendero dirección noreste, de nuevo en subida. Una vez arriba, una buena bajada de algo más de un kilómetro, con algún paso picante, atravesando un tupido bosque hasta el río Jarama.
El cauce del río es generoso, y, a pesar de buscar un paso poco profundo para el vadeo, no podemos evitar refrescarnos los pies. Pocos metros después, llegamos a las ruinas del Monasterio Bonaval. El monasterio, rodeado de álamos, densos encinares y altas crestas pizarrosas, fue antaño templo de monjes cistercienses, y desprende el romanticismo y melancolía que el pasado impregna en estos lugares. A diferencia de la última vez que estuvimos allí, las ruinas están valladas, por el peligro de desplome que existe.
Continuamos por una vereda paralela al río Jarama que sube y baja, durante algo más de seis kilómetros, entre árboles y con algunas piedras de las que disfrutamos. A continuación, unos cientos de metros, por la Gu-195 hasta el arroyo de Palancares. Tras el puente que cruza el arroyo, abandonamos el asfalto, para acompañar al arroyo por su vereda durante un kilómetro más. Abandonamos el margen del arroyo para afrontar dos rampones, separados ambos por unos metros llaneo.
Unos cientos de metros de asfalto y nuevo rampón de subida, que nos deposita al inicio de un bajada disfrutona hasta Tortuero. Atravesamos el pueblo para salir por el sur del mismo y entrar en el cañón del arroyo de la Concha. Disfrutamos la bajada por el cañón, que termina en la Gu-1065, por la que rodamos en dura subida durante otros 2 kilómetros hasta el Canal del Alto Jarama.
Por delante nos quedan algo más de 7 kilómetros de pista en un continuo sube y baja, que recorremos buscando con la mirada sendas que nos permitan sustituir este último tramo por algo más exigente y divertido para la próxima ocasión en que disfrutemos de esta ruta. Una vez en Alpedrete de la Sierra, nos deleitamos con una buena opcional, en la que acompañamos las cervezas con unas inmejotrabless croquetas caseras, tan buenas y apetecibles como la jornada de mountain bike de la que hemos disfrutado.