La Hoya de San Blas XL

San Blas, médico y obispo de Sebaste (Armenia) curó, con sólo imponerle las manos, a un niño que no podía respirar porque tenía una espina de pescado atravesada en la garganta, poco antes de que sus enemigos le cortasen el cuello (ironías del destino). Anteriormente a este suceso, el santo tuvo que refugiarse de la persecución de Diocleciano en una cueva del monte Argeo, a la que se acercaban todos los animales enfermos del bosque con la seguridad de ser sanados.

A él, amigo de la naturaleza y la vida retirada, le hubiese agradado la Hoya de San Blas, como se conoce el valle que se forma entre la Cuerda Larga y las laderas orientales de la Pedriza, y por el que corre el arroyo del Mediano en busca del Manzanares. Casualmente, una de las montañas que cierran este valle, precisamente donde ambos macizos se tocan, se llama alto de Matasanos. Y, precisamente, este fue el escenario elegido para nuestra aventura dominical de la pasada semana.

La temperatura ha bajado drásticamente en los últimos días, y cuando llegamos al polideportivo de Soto del Real, punto de encuentro, el termómetro marca 5º. Coincidimos con una numerosa grupeta del Club Madroño, que ha elegido el mismo lugar y hora para comenzar su ruta, que suponemos diferente a la nuestra porque no volvemos a verlos en toda la mañana. Preparamos nuestras monturas y cargamos con nustras protecciones que, aunque no son imprescindibles para esta ruta, si que son aconsejables por algunos pasos técnicos y pedregosos que nos esperan.

En poco más de 10 minutos nos ponemos en marcha los 6 flowriders que íbamos a disfrutar de una de las aventuras con mejores paisajes de toda la sierra madrileña. Conscientes de lo que nos espera, comenzamos a pedalear tranquilos, para que nuestras piernas vayan tomando temperatura y esté preparadas para las dos subidas y las dos bajadas que nos esperan.

La primera subida es de 12km, por pista tendida y sin demasiada complicación, ni física ni mucho menos técnica, para quien esté habituado a realizar algo de ejercicio. Nos dirigimos hacia el noroeste por el camino del Pino hasta llegar al embalse de los Palancares, donde giramos a nuestra derecha para ir a buscar el Cordel del Puerto de la Morcuera. Vamos consumiendo la subida agrupados y  de charleta. El ascenso nos abriga y ya no tenemos nada de frío. Rodamos dentro de un denso pinar que, tras las últimas lluvias, está húmedo y ofrece el típico olor a bosque mojado.

En una hora y media hemos llegado a la fuente de la Parada del Rey, a algo más de 12km de la salida, y hemos acumulado casi 600 metros de desnivel, la mitad de los que tenemos previsto realizar. Estamos a los pies de la Najarra, y abandonamos la subida a la Morcuera tomando el camino del Mostajó, que llanea durante dos kilómetros hasta convertirse en una corta pero divertida trialera que muere en el camino forestal a San Blas. Al inicio de la senda paramos a proteccionarnos, la bajada no es muy exigente, pero ya que hemos cargado con las «protes», mejor llevarlas en las rodillas que en la mochila.

La senda empieza siendo estrecha y a media ladera con algunas piedras y raíces pero bastante rápida. A mitad de camino un par de zetas y después una zona más accidentada y con alguna piedra suelta, que vuelve a convertirse en un sendero limpio hasta que llega a la pista. Nos cruzamos a un grupo de bikers a los que no se ve muy convencidos de por donde van, y que caminan junto a sus bicis en lugar de ir montados sobre ellas. Disfrutamos de las piedras, raíces y zetas, y en un «visto y no visto» estamos sentados quitándonos las protecciones con una sonrisa de oreja a oreja.

Hemos sumado 5km más con el llaneo y el descenso y toca afrontar la segunda subida de la jornada. Este ascenso es más duro que el primero: 6km en los que acumularemos 600m de desnivel, con las rampas más duras en la última parte donde a la fuerte pendiente se une un buen montón de piedras sueltas que tapizan el camino.La última parte de la subida es, sencillamente, espectacular: un sendero estrecho con algunos pasos no ciclables que nos regala unas vistas impresionantes, las cuales compartimos con unas cuantas cabras montesas que nos observan desde la distancia.

La senda nos ha depositado en una pradera, a 1.775m de altitud, rodeados de altísimas montañas y a pocos metros del nacimiento del Mediano. La sensación de calma y tranquilidad que respiramos es indescriptible, y es una de esas muchas razones que compensan sobradamente el sacrificio que en algunas ocasiones exige este deporte. Nos sentamos a descansar, a colocarnos las protecciones para la larga bajada que nos espera, a «re-hidratarnos» y, sobre todo, a disfrutar del lugar, del momento y de la compañía (cabras incluidas).

El descenso tiene cuatro partes bien diferenciadas: una senda trialera de 3km, un tramo de pista plano de poco más de 2,5km, un sendero estrecho y cuajado de zetas de algo más de 1km y un último «pisteo» de 8,5km hasta los coches. La primera senda tiene una parte inicial con zetas muy cerradas y continuas, con algunos pasos donde el valor y la técnica son necesarios a partes iguales. Después un tramo estrecho y rápido a media ladera donde es aconsejable mirar al frente y olvidarse de lo que tienes a tu izquierda, con algunas zetas, ya más separadas que las anteriores. Podéis imaginar nuestra sensación de placer tras recorrer estos 3.000 metros de puro mountain bike, donde se disparan los índices de adrenalina.

El segundo sector es la pista que asciende en un falso llano hacia las buitreras, y que nos sirve para relajarnos y digerir todas las sensaciones anteriores antes de afrontar el siguiente tramo. El tercer sector son las conocidas «Zetas de la Hoya», 1,2km de senda con una docena de curvas cerradas donde se pierden 200m de altura, con una pendiente media negativa de más el 17%. Al final de la senda nos esperaba un grupo de senderistas, que nos observaban y animaban según íbamos llegando.

De la última parte, poco que decir, la senda de la Abutarda, una pista que acompaña al arroyo del Mediano hasta el embalse de los Palancares, donde tomamos el camino por el que iniciamos la ruta hasta llegar a los coches, haciendo una parada intermedia en la plaza de Soto del Real para disfrutar de un refrigerio bien merecido y comentar y revivir las mejores jugadas de la mañana.