Después de la ruta dura por Valsaín del sábado, decidimos afrontar el domingo con algo más de calma y programamos una ruta relajada, sin demasiado desnivel pero con alguna trialera que aportase el picante que siempre buscamos los flowriders. Además, en este caso, contábamos con la compañía de David, un californiano afincado en España desde hace ya 25 años, que quería conocer de cerca nuestro flow y algunas sendas de la sierra madrileña.
Nuestro objetivo de hoy es claro: rodar durante unas 3 horas saliendo desde Moralzarzal, buscando algunos de los mejores sendeross y caminos que unen los pueblos de la zona. Para ello seguiremos una de nuestras rutas «standard» de este spot, que incluye todo tipo de terrenos y que encaja perfectamente, tanto en distancia como en desnivel, con lo que buscamos.
Este mes de julio nos está sorprendiendo, la temperatura no es demasiado elevada y comenzamos a rodar sin el agobiante sofoco típico de esta época del año. Aprovechamos el pedaleo por las calles de Moralzarzal para charlar e ir conociendo algo más a nuestro nuevo acompañante. En pocos minutos estamos abandonando la población citada por su norte, tomando la pista que nos llevará hasta Cabeza Mediana.
Esta primera, y única subida continua de la ruta, es bastante tendida: unos 6km en los que se ganan 300m de desnivel. Después de las subidas con las que castigamos a nuestras piernas el día anterior, ésta nos parece cosa de niños, y la vamos superando agrupados, de charleta y a buen ritmo. En un «visto y no visto» hemos alcanzado la cota más alta de la ruta y nos preparamos para la primera bajada de la mañana.
No salimos de nuestro asombro cuando comprobamos el destrozo causado en la famosa bajada del «somier». Han metido una, o varias máquinas y han convertido la mitad del descenso en un cortafuegos, de una anchura considerable y sin compactar, haciendo desaparecer todo lo encontrado a su paso. A la mitrad de la bajada, recuperamos la última parte, aún intacta, donde podemos disfrutar del sendero tal y como siempre ha estado, con sus curvas, piedras y saltos. Recuperamos el buen sabor de boca que habíamos perdido al final de la bajada, que nos deposita en las últimas casas del suroeste de Becerril de la Sierra.
Ahora nos dirigimos hacia el embalse de Navacerrada, rodeando el cerro del Castillo por un camino entre árboles que nos regala unas magníficas vistas de la sierra norte madrileña. Este llaneo nos conduce hasta Reajo del Roble, desde donde enlazamos con la senda que rodea el embalse, primero por su oeste y luego por su norte. El sendero nos deja a los pies del rampón que nos elevará hasta el Cerro de las Cabezas, donde paramos para ponernos las protecciones, hidratarnos y tomar un plátano (que algunos aún estábamos en ayunas).
Tenemos nueva bajada por delante: una trialera entre el Cerro de las Cabezas y el Alto del Hilo, corta pero divertida, estrecha y «ratonera», con sus buenas piedras y raíces que nos sacan una buena sonrisa al final de la misma. La trialera nos deja de nuevo en Becerril, en este caso en el norte, y desde allí volveremos al final de la «bajada del somier» completando el primer bucle.
Tomamos el sendero entre pinos que, paralelo a la M-601, nos conduce hasta Collado Mediano. La senda en un single-track entretenido, que recorremos a buena velocidad, intentando aprovechar cualquier irregularidad del terreno para separar nuestras ruedas del suelo. David está disfrutando, casi todos estos caminos son nuevos para él y están colmando sus expectativas.
Apenas superamos el cartel que nos da la bienvenida a Collado Mediano, abandonamos esta población, para ir a buscar la tercera y última trialera de jornada y que nos llevará hasta Alpedrete. La trialera no tiene ninguna complicación técnica, pero es disfrutona, de las que hay que pedalear, larga y con flow, que en definitiva, es lo que andamos buscando. Una vez en Alpedrete, callejeamos para salirpor el polígono industrial y cruzar la M-601.
Desde la Estación de Transferencia de Residuos Sólidos (es decir, donde los camiones de basura vacían su contenido), recorremos los últimos kilómetros que nos llevarán de nuevo a Moralzarzal. El camino va encajado entre un par de muros, y se ve interrumpido por una zona de piedras en subida que pone a prueba nuestra fuerza y nuestra técnica. Una vez superada, no queda más que continuar pedaleando hasta llegar a la plaza de toros del pueblo origen de la ruta, donde nos regalamos unas buenas cervezas y algo más de conversación.